Escucho en la TV a Fernando Savater decir “que la muerte siempre está ahí, y que la pregunta no es si hay vida después sino, que si la ha habido antes.”
De repente me recuerdo, de forma imperiosa, que soy romántico, pero no en el sentido caricaturesco que se da hoy a la palabra, hablo de sensaciones, ideas y emociones.
Todas ellas difíciles de cuantificar y calificar.
Contemplo la situación actual,con millones de analistas económicos y muy pocos poetas.
Está claro que tenemos un déficit emocional como sociedad.
Cada vez que leo o recuerdo a los “románticos de verdad” contemplo paralelismos entre su época y la mía, entre sus soluciones y las que yo daría.
Ellos decían que había que huir del sometimiento al “Culto del Becerro de Oro».
Nuestro afán por el racionalismo, la investigación científica y el progreso ilimitado, en el que se fundamentan las sociedades actuales, nos dejan huecos de un mundo interior y sin ideales que nos orienten hacia el bien común.
Goethe me interpela: “donde quiera se ve al individuo hostigado por el deseo de destacarse, y en ninguna parte se ve el anhelo grande que significa el propio yo por amor al conjunto y a la causa común” .
Hoy todo se subordina al éxito económico, nuestro gran becerro.
De la fórmula del I+D , hemos pasado a la panacea de la Innovación con sus múltiples variables para generar riqueza.
No lo dudo. Pero …¿Y las emociones? ¿ Dónde están en esta fórmula?
Me veo forzado a ser romántico
No hago más que comprobar que por los tiempos que corren me toca, sin lugar a la elección o a la desección, ser romántico.
Stendhal dirá “el optimismo es sordo y ciego”. No hay nada más real hoy día.
Al hallar tantos paralelismos, he indagado un poco para ver qué más me proponen ante tan desolador panorama, y sólo encuentro :“vivir”.
Vivir intensamente. Dejar hablar a la naturaleza. Liberar la pasión. Inundarnos de experiencias.
Grabarnos el dicho romántico: “haz de tu vida una obra de arte”.
Según Goethe “quien no haya vivido algo y no posea alguna experiencia no sabrá qué hacer con el mundo”.
Igual nos ha pasado eso.
Propongo mi fórmula romántica: Ideal+Emociones = Desarrollo.
Vosotros mismos.