Desde bien pequeños estamos asociando nuestra vida con el éxito. Términos como campeón, líder, jefe, el mejor.. nos acompañan diariamente sin llegar a comprender realmente qué son realmente estos conceptos. Ya como adultos, arrastramos el conocimiento general y superficial de estas palabras con la consecuente aplicación errónea de las mismas. Nos creemos líderes pero somos jefes, queremos ser los mejores pero no sabemos como. El coaching aborda de manera fundamental el concepto de liderazgo para darle el enfoque adecuado. La buena praxis de un líder es necesaria para alcanzar el éxito, ya no solo a nivel profesional como podéis estar pensando ahora, sino también a nivel personal. Porque no solo se ha de ser líder en el trabajo, sino también en casa, con la familia o con los amigos.
¿Qué es el liderazgo?
Si nos atenemos al concepto más actualizado y que mejor se asemeja a lo que en Global Coaching Training comprendemos. El liderazgo es la influencia que una persona ejerce sobre otras personas. ¿Ya está? Si. Las coletillas de esta definición se irán añadiendo dependiendo del contexto. Un líder de un equipo de fútbol ejercerá influencia en sus compañeros para que entrenen más duro, se sacrifiquen más en los partidos por poner un ejemplo. Entonces, el liderazgo es también provocar que los demás actúen, hagan cosas útiles.
Líder vs jefe
Pero entonces, si un líder es el que hace que los demás hagan cosa ¿No es lo mismo que un jefe? El enfoque, o mejor dicho, el prisma desde el que un jefe y un líder hacen las cosas no es el mismo. Ya que un jefe siempre será un jefe pero no tiene por qué ser un buen líder. O ni si quiera serlo (sin ser bueno o malo). Siempre se ha dicho, retomando el fútbol como ejemplo, que los equipos deben tener un capitán en el vestuario y un líder en el terreno de juego. Un capitán (O jefe) puede ser también líder.
Pero retomando el aspecto de las diferencias entre un líder y un jefe, encontramos rasgos que los definen a la perfección. Y en el año 2019 que estamos, la palabra jefe se asocia a una figura que gasta una actitud y métodos arcaicas para guiar a su equipo de trabajo (encargados, compañeros a su cargo, etc..). Digamos que un líder emplea una manera de hablar y de tratar a sus empleados (o compañeros) que siempre será empática. Un líder trata de comprender y ayudar situándose de manera emocional a la altura del compañero. Por otro lado, el jefe de toda la vida presionará a sus trabajadores, no buscará razones sino resultados y la empatía brillará por su ausencia.
El coaching ha ayudado a transformar jefes en líderes
Llegados a este punto, queremos aclarar que las actitudes arcaicas y mandonas de la mayoría de los jefes reside en la herencia de modelos anteriores a ellos de gestión empresarial en los que no se mostraba el liderazgo como hoy en día se hace. Muchos jefes actúan de manera errónea por simple desconocimiento o porque no saben afrontar los retos de otra manera. Querer mostrar una imagen seria y fuerte no siempre irá ligado a gritar a tus empleados o ser una persona agresiva en los comportamientos y toma de decisiones. Es aquí donde el coaching de calidad entra para mostrar el camino y transformar jefes en líderes.
¿Cómo se consigue esto?
El coaching de calidad dispone de numerosas herramientas para afrontar este reto. Todas ellas trabajarán en un primer paso el contexto en el que la persona responsable se encuentra a nivel profesional/de equipo. Es primordial que el dirigente o responsable comprenda su empresa, proyecto o equipo como un todo, en el que cada elemento que lo forma se encuentra integrado y sus acciones tienen consecuencias. Esto no es una cadena de montaje lineal, las relaciones interpersonales son mucho más complejas, sobre todo cuando hay tareas que realizar y objetivos que cumplir.
Una vez comprendido esto, es importante hacer alusión al compromiso que individualmente determinará el compromiso global del proyecto. Y el primero en verlo debe ser el líder. Su compromiso será el ejemplo a seguir, por lo que debe ser honesto y transparente. La muestra de pensamientos, valores y acciones positivas tendrá siempre consecuencias positivas en los seguidores. Y por supuesto, el trato a sus empleados o compañeros, cercano y cabal.
La implicación personal de un líder con su equipo debe ser total. Si se espera que un grupo de personas rinda y ofrezca lo mejor de sí, se debe generar una conexión que supere lo profesional. Cuando un equipo de trabajo se identifica con la persona que la guía, el desempeño se multiplica exponencialmente.
Para conseguir todo esto y mucho más, existen métodos más que contrastados que forman a personas en el liderazgo y que transforman a jefes arcaicos en líderes modernos y comprometidos, no solo con la causa, sino también con las personas.