Que la selección mexicana ganara a la actual campeona del Mundo, Alemania, en el Mundial de Rusia no es casualidad, es causalidad. Poco se ha avanzado en el arte de “la victoria” desde que hace más de 2.300 años Aristóteles escribiera su “Retórica”, en el alude a los tres argumentos persuasivos que un orador debe incluir si quiere tener éxito. Osorio, el entrenador colombiano de México ha aplicado de forma consciente o no, las tres claves para persuadir o liderar a sus jugadores: los relativos al ethos, al pathos y al logos.
Los argumentos ligados al “ethos”
Son de orden afectivo y moral y atañen al emisor del discurso, dirigir a México siendo colombiano supone una afrenta contracultural. Escribió Aristóteles en el Libro I de su Retórica: “A los hombres buenos les creemos de modo más pleno y con menos vacilación; esto es por lo general cierto sea cual fuere la cuestión, y absolutamente cierto allí donde la absoluta certeza es imposible y las opiniones divididas”.
Los argumentos referidos al pathos
Son de orden puramente afectivo y ligados fundamentalmente al receptor del discurso. Seth Godin opina en su blog: “No son los hechos los que cambian el comportamiento de la gente. Es la emoción la que cambia su comportamiento. Son las historias y los impulsos irracionales los que cambian el comportamiento». Osorio supo orientar no sólo a su equipo de forma deportiva, con táctica y estrategia, también los guío emocionalmente, en la rueda de prensa posterior al partido afirmó: la frase de hoy era ‘jugar por el amor a ganar y no por el temor a perder». El amor nos mueve, el miedo nos paraliza.
Los argumentos ligados al logos
Se ciñen al tema y al mensaje mismo del discurso, en conversaciones “entrepasillos” se sabía y se comentaba que Osorio se dedicó a preparar de manera juiciosa y obsesiva el partido contra Alemania durante los últimos seis meses. La sensacional puesta en escena de sus muchachos fue en gran parte resultado de una fina carpintería táctica y estratégica de todos los aspectos del partido. México supo ejecutar el partido que Osorio imaginó.
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